“Que la maternidad se haya convertido en muchos casos en algo contractual, es para comenzar a discutir"
La escritora, ensayista y periodista cultural, Paula Puebla conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su último libro El cuerpo es quien recuerda, editado por Tusquets. La autora de Una vida en presente y Maldita tú eres, charló sobre los tópicos trabajados en su último libro: la maternidad, la identidad y la memoria.
AGENCIA PACO URONDO: Recomiendo el libro El cuerpo es quien recuerda porque es un libro político, aborda lo colectivo y atraviesa muchos temas como la memoria, la identidad, la maternidad. Desde tu voz como autora: ¿Cómo presentarías el libro?
Paula Puebla: Escribo ensayo y algunos artículos periodísticos, aunque estoy un poco alejada del ensayo, debo confesar. Esta novela se empezó a armar en mi cabeza en el 2018 más o menos, hace bastante. Tuvo una fase de investigación y documentación, de mucha lectura y mirar documentales y videos. No tenía una forma definida al comenzar pero la fui encontrando. Al principio hay un registro de un diario en la protagonista, que es Rita, eso fue lo primero que escribí al comienzo pensé que iba a ser ese Diario, después me di cuenta que me faltaba algo, que con una sola voz corría el riesgo de que la Novela fuera demasiado unidimensional y no buscaba eso sino todo lo contrario. Buscaba agregar capas y complejidades. Después se me ocurrió contar la historia de manera coral y ahí surgió la idea de incorporar a Nadiya, que es una mujer ucraniana y Victoria que es una modelo devenida en influenciadora de consciencias argentina. De esa manera se fue armando la novela.
APU: ¿Cuál fue el disparador, siendo que es un libro que habla de la maternidad y de la subrogación de vientres?
P.P.: Hay un interés personal por desmenuzar el tema de la maternidad, tal vez sea algún proceso personal mío para tratar de ver qué pasa en ese terreno, por otro lado me interesaba este tipo de maternidad porque viene a agregar una complejidad a la maternidad, la ciencia, la tecnología, el alquiler de vientres. Que la maternidad se haya convertido en algo contractual en muchos casos es algo para comenzar a discutir. Es un asunto político.
APU: ¿Por qué sentimos que este tema no está en la agenda? ¿Cómo entra el tema del deseo de ser madre?
P.P.: La pregunta por el deseo de ser madre está pegada al de posibilidad. A veces por más que uno desee mucho no lo puede adquirir o alcanzar, debido a varias condiciones. La técnica y el mercado aparecen para decirte que nada es imposible,queres ser madre a los 90 años vas a poder serlo porque nosotros te ofrecemos este servicio toda esta cantidad de problemas que te impone la naturaleza. A la pregunta del deseo se le suma el de la posibilidad y de ahí se desprenden varias preguntas de carácter ético. ¿Hasta dónde soy capaz de llevar mi deseo o hasta dónde me dejo llevar por ese deseo? ¿Soy capaz de pagar por el vientre de una mujer? ¿De una mujer marginalizada, proveniente de un país desigual, que tal vez está en guerra para poder cumplir mi deseo? Esas son preguntas que empiezan a complejizar algo que ya de por si es complejo que es la maternidad. Otra pregunta también sería ¿Qué entendemos por trabajo? A cualquier madre que haya gestado un hijo si vos le preguntás si es un trabajo gestar te va a decir que no obviamente, te va a decir que es una experiencia maravillosa el tener tu hijo adentro y toda esa cosa maravillosa, como toda esa cosa santificada y edulcorada de la maternidad. Ahora cobra otra tonalidad, cobra otro barniz con este asunto.
¿Hasta dónde soy capaz de llevar mi deseo o hasta dónde me dejo llevar por ese deseo? ¿Soy capaz de pagar por el vientre de una mujer? ¿De una mujer marginalizada, proveniente de un país desigual, que tal vez está en guerra para poder cumplir mi deseo?
APU: En esa intervención del mercado en la vida privada, la voz de Nadiya dice “Somos productivos” servimos a la maternidad como trabajo durante el tiempo que somos productivos, pensaba en cómo el mercado trata incluso a las personas mayores hoy: las desecha, las corre del sistema ¿Cómo intervino eso que es muy político y que se puede aplicar a un montón de otras cosas?
P.P.: Se puede aplicar a muchas cosas, pero ahí vuelve a aparecer lo que entendemos por trabajo. En la novela hay una mujer que tuvo trece hijos, para otras familias; como resultado tiene un cuerpo totalmente destruido. Los tratamientos requieren de muchas drogas, muchas hormonas, procesos muy invasivos que terminan alienando el útero de la mujer que en algunos países hasta se buscó la manera legislada de hacerlo. Pienso en otro trabajo donde estamos puestos totalmente al servicio del mercado y que no tienen que ver con la maternidad, pienso en los cartoneros que salen a la calle empujando ellos mismos sus propios carros que antes empujaban caballos. Eso quedó prohibido y ahora son las propias personas las que empujan su carga. Muy traficados esos discursos de ser tu propio jefe y el emprendurismo, estos discursos más libertarios de ahora.
APU: ¿Cómo fue tu investigación para la escritura de la novela, llegaste o conocer casos reales?
P.P.: No pude hablar con ninguna madre gestante o que podríamos llamar que haya vendido su vientre, hay mucho hermetismo en el tema de subrogación de vientres, hay grupos muy cerrados en Argentina a los cuales quise acceder blanqueando la situación pero no tuve respuesta, aun contando que soy escritora y quería escribir sobre el tema. Con respecto al verosímil, esto no iba a ser una novela sino un artículo más periodístico y cuando empecé a investigar me di cuenta que eran temas propios para ficcionalizar en una novela. Había un límite difuso entre la realidad y la ciencia ficción de cómo van a nacer los niños en el futuro.
APU: Digamos que no hay límites actualmente…
P.P.: Entonces ahí el verosímil te hace un favor el hecho que no haya límites para hacer ficción, entonces surge la pregunta si esto existe y la verdad es que existe hace más de 25 años en algunos países. Es un tema que no está en las agendas pero debería estar, debería estarlo porque emergen discursos como por ejemplo el de la venta de órganos, estamos hablando de que si los pobres quieren conseguir plata pueden vender un órgano y como la situación económica esta empobrecida y va empeorando cada vez más y el mundo es cada vez más desigual, creo que hay que tener un alerta al respecto.
APU: Es pensar en la vida como un producto, elijo como quiero que sea mi hijo, elijo sus rasgos, sus características físicas. Es muy peligroso.
P.P.: Es peligroso y un componente racial que existe aun antes del alquiler de vientres, eso ya existe con la ovodonacion o la donación de esperma. Como uno elige su remera en internet así elige y compra los óvulos y el esperma de acuerdo a la religión, al color de ojos, al coeficiente intelectual. No es casual que los niños adquiridos del alquiler de vientres tienen ciertas características físicas, son rubios, ojos claros que bien podrían ser hermanos entre ellos aunque no lo son. Tiene sus riesgos por supuesto.
APU: ¿Cómo fue la construcción de estas tres voces, una misma situación, distintas miradas? Rita impacta por esa necesidad de querer conocer su identidad, lo cual no sé si ocurre en los casos reales. ¿Cómo fue ponerte en los tres lugares?
P.P.: Fue un gran desafío, era la primera vez que yo escribía algo coral, con tres voces. Mi novela anterior era en presente y sólo la voz de la protagonista, había una circulación de personajes secundarios pero sin elaboración de voces propias. La primera voz que construí fue la de Rita, fue distinto en cada caso, fueron tres estados de ánimo. Cada voz me metía a mí y me hacía meter en un estado de ánimo diferente. El de Rita con diferentes características, por ahí cercana a mi edad, yo tengo 38 y ella 25 pero generacionalmente nos acercábamos. La voz de la ucraniana estuvo muy nutrida por nuestras guerrilleras latinoamericanas, de haber leído, de haber visto entrevistas, es como la voz de la revelación. Tuve trece pibes, ahora es mi turno y me van a escuchar, me junto con otras y agarro los fierros. Hay un planteo de una revolución en términos físicos, con la violencia, la extorsión, un montón de herramientas que me parecían muy lindas, pegaban con el lado de la inacción de Rita. Y la voz de Victoria también no sabía cómo hacer, quedó esta especie de video que ella se filma. Yo crecí en los 90 donde las lolitas eran el modelo aspiraciones de todas las chicas, donde ser lolita era lo más que podías aspirar. Pero al mismo tiempo me gusto mostrarla en estado de descomposición. Ninguna de las tres me interesaba mostrarlas solo como víctimas. No era lo que me interesaba transmitir. Además de víctimas quería que sean malas, que puedan hacer daño. En el caso de Nadiya por medio de la violencia y la extorsión, en el caso de Victoria a partir de no decir algo que te están pidiendo que digas y eso es lo más interesante de los personajes que a mí me gusta leer.
APU: En la novela hay como una suerte de arquitectura, como una constelación. Me gusta ese personaje que complementa, que es la pareja de Rita que trabaja en Derechos Humanos. Hay como una sincronía con nuestro país y nuestra historia en la búsqueda de la identidad, ¿lo pensaste por ese lado?
P.P.: Si hay toda una intención incluso de mostrar a Héctor como un profesional del progresismo de izquierda si queres, era la idea de traer estas imaginaciones muy argentinas, algo muy propio de nuestro país. Traer a colación ese tema pero también mostrar a Héctor con sus mañas, sus amoríos, sus viajes.
APU: Leí comentarios de varones mostrando cierta incomodidad con la novela ¿Estamos preparados como sociedad para este tipo de temas, todavía no, como viviste esas devoluciones de lectoras y lectores?
P.P.: Las lectoras me devolvieron más por el lado de la maternidad, las devoluciones de hombres fueron muy distintas. Le entran los varones por otro lado a la novela, tal vez pasa porque el rol de los varones en el tema de la maternidad a veces es solo de testigos o participes, con suerte digo. En la novela los personajes masculinos de Héctor o Roberto, que es el padre de Rita y el soldado que aparece en Ucrania están en su propia nube, en su propia vida. Para mí fue desafiante también porque yo no soy madre, no tengo hijos. Pero es un tema sobre el que pienso y observo mucho. También he leído mucho en ficción o micro ficción sobre maternidad. Entonces pensaba en eso y en que no se muestran las nuevas formas de ser madre.
APU: La novela transcurre en 2025, una suerte de ciencia ficción, de futuro pero muy cercano, pero por otro lado Rita nace en el 2001 en medio del caos. ¿Cómo nace ese caos que es la voz de Rita?
P.P.: Rita es producto de una relación que nace en los 90, Roberto un empresario que está veraneando en Pinamar y Victoria, una lolita que está desfilando en Pinamar; se conocen en una fiesta que es la fiesta de cumpleaños de Andreani, la misma madrugada donde matan a José Luis Cabezas. Ellos se conocen en esa fiesta y Rita es fruto de una relación que condensa los años 90. Un matrimonio entre un empresario y una lolita era lo más “pizza con champagne “que podía haber y al mismo tiempo el 2001 es resultado de los 90.Todo explotó en el 2001 pero también nace una chica, que es Rita. Se armaba algo interesante y esa primera hoja fue lo primero que escribí, me interesaba ponerle a la historia las marcas de nuestra historia. Pensé en ese 2025 como un futuro corrido, me servía que Rita tuviera 25 años. Yo me sentía más relacionada con ese personaje y esa edad.
APU: ¿Estas en algún proyecto actualmente?
P.P.: Todavía no empecé a escribir pero tengo algo que se empieza a cocinar en la cabeza, se me está empezando a armar algo en la cabeza. La idea es que quiero escribir otra novela, quiero que sea en un presente corrido o un futuro cercano, creo que va a tener continuidad con la idea del cuerpo, de la prostitución o del trabajo del cuerpo. Cerrar una serie con ese tema y siempre con los problemas de nuestra Argentina, esa sería la idea. Tomar los temas de la desigualdad y esos márgenes mínimos que deja esa desigualdad, sin posibilidades económicas para alquilarte algo y refugiarte para que no te golpeen más no es tan fácil de lograrlo. Son preguntas que hay que hacerse y estas novelas intentan abrir ese diálogo, ya quedó claro el tema del patriarcado ahora tenemos que preguntarnos hacia adentro. Con respecto al alquiler de vientres, porque no lo hablamos si hace veinte años que ocurre, vivimos en Latinoamerica.Me parece que hay que abrir la discusión entre nosotras. La novela es un diálogo entre tres mujeres.