La polarización: ¿otra vez será clave en las elecciones de Entre Ríos?
A poco más de 60 días de la fecha final para la determinación del Gobierno provincial sobre el desdoblamiento o la simultaneidad de los comicios, el contexto político actual en Entre Ríos ratifica que las dos alianzas electorales principales, Frente de Todos y Juntos por el Cambio, representan el porcentaje mayoritario del electorado. Una configuración que además se encuentra caracterizada por la incorporación de espacios y partidos minoritarios que en otras contiendas recorrieron la aventura de una propuesta fuera de la polarización, como el Partido Socialista, agrupamientos vecinalistas o sectores residuales de peronistas disidentes, encabezados en el ex gobernador Mario Moine, los ex intendentes de Gualeguaychú, Emilio Martínez Garbino y Luis Leissa, y el ex senador Augusto Alasino.
En el pasado, esa denominada avenida del medio fue representada por diferentes sectores como la Concertación Entrerriana o el Frente Entrerriano Federal, que tuvo su última prueba en el binomio conformado por el actual senador provincial Adrián Fuertes y el ex gobernador Jorge Busti, en los comicios de 2015, cuando Gustavo Bordet llegó a la Casa Gris.
En 2011, la fórmula protagonizada por Sergio Urribarri y José Cáceres cosechó 368.111 sufragios, que fue el 55,98% de los votos, seguido por el Frente Progresista Cívico y Social con 123.635 y el Frente Entrerriano Federal con 120.728, que sumados acumularon 37,16%.
En aquella contienda, tanto el PRO como el GEN, hoy ambos dentro de la alianza de Juntos por el Cambio, fueron con sus propias candidaturas, encabezadas por Armando Saliva y Ana D´Angelo respectivamente. Cuatro años después, la lista de Gustavo Bordet y Adán Bahl logró 325.878 sufragios, ganando por tres puntos porcentuales frente a la dupla del senador Alfredo De Ángeli y el ex intendente de Concepción del Uruguay Lucio Godoy que obtuvo 303.769 votos, ya con la composición más contemporánea de la coalición opositora, con el PRO desplazando de la candidatura estelar al radicalismo. En esa oportunidad, la dupla de Fuertes y Busti conquistó 120.793 sufragios, que significó el 15,68%, dejando un tablero donde las dos listas principales tuvieron 25 mil votos de diferencia.
Reforma y peculiaridades
La sanción de la Ley Nº 10.615 en 2018 permitió que el Poder Ejecutivo determine el desdoblamiento del calendario provincial con el proceso nacional, con la finalidad que la agenda nacional condicione lo menos posible la discusión local. Aquella reforma estableció que las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y las Generales en Entre Ríos debían realizarse los segundos domingos de abril y de junio respectivamente, y que esa determinación tiene que efectuarse 150 días previos.
Así las cosas, el oficialismo, conformado por el Partido Justicialista, el Partido Movimiento por Todos, el Frente Grande, el Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo, el Frente Entrerriano Federal, el Partido Compromiso Federal, el Partido Unión Popular, el Partido del Trabajo y el Pueblo, el Partido Comunista y el Partido Solidario, eligió esa opción, lo que configuró un contexto diferente a los comicios anteriores, donde las dos alianzas más abarcativas sumaron el 93% de los votos: el Frente Creer sacó el 57,43% mientras que Cambiemos alcanzó el 35,57% de los sufragios. Allí, como característica distintiva no hubo una tercera fuerza con un caudal superior a los 10 puntos porcentuales en las preferencias del electorado, sino que hubo otras cuatro ofertas que juntas acumularon un 7%.
Como explicó AGENCIA PACO URONDO, a fines de diciembre pasado la Legislatura provincial volvió a introducir algunas variantes a la Ley, con el acompañamiento de los diputados/as y senadores/as de la oposición que responden al precandidato a gobernador, Rogelio Frigerio. La nueva modificación estableció que, en caso de separación de las votaciones, las PASO se efectuarán el 30 de julio y las Generales el 24 de septiembre, postergando esa decisión hasta el 27 de abril, a tono con las expectativas generales sobre la economía y el devenir del oficialismo nacional. Más allá del debate sobre las internas abiertas o la incorporación de las minorías, no aparece en el escenario actual una tercera fuerza con capacidad de superar ese 10% descripto, salvo alguna ruptura de último momento en las estructuras de las dos alianzas más relevantes.
Por fuera de esa dicotomía, se encuentra la Nueva Izquierda, que cosechó 14.562 votos hace cuatro años atrás y que en los comicios de medio término de 2021 logró 27.940 acompañamientos. Allí también aparece Miriam Müller, hoy figura de la construcción local de Libertad Avanza, que propone la candidatura nacional de Javier Milei, y que en las últimas legislativas quedó como tercera fuerza bajo el paraguas del Partido Conservador Popular, con 29.340 adhesiones en las urnas, aunque lejos de la oportunidad de concretar una banca.
Mientras se aceleran los tiempos de definiciones, en el oficialismo provincial surgen los nombres de los intendentes Adán Bahl, de Paraná, Enrique Cresto, de Concordia, y Martín Piaggio, de Gualeguaychú, la vicegobernadora Laura Stratta, el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Juan Bahillo, el ex vicegobernador José Lauritto (aunque en las últimas semanas dio indicios de su precandidatura para una tercera intendencia en Concepción del Uruguay), el diputado nacional Marcelo Casaretto, el historiador Francisco Senegaglia, e incluso el ex gobernador Sergio Urribarri (aunque debe resolverse la interpretación sobre su primer mandato, que fue previo a la reforma que fijó que un Mandatario puede ser reelecto una sola vez). Por su parte, en la oposición, emergen como precandidatos naturales los legisladores nacionales Rogelio Frigerio y Pedro Galimberti, que también encabezaron listas internas para las legislativas de 2021.
Lo cierto es que la polarización será una característica ineludible del escenario electoral de este año, como ocurrió en 2019. La disolución de sectores que protagonizaron los intentos fallidos de la avenida del medio, la incorporación de partidos minoritarios a las dos coaliciones principales, la división estructural a nivel nacional entre los electorados de ambas fuerzas, y la pertenencia a una región centro que es trascendental en el tablero político, son algunos de los elementos que explican ese escenario binario casi irreversible en la trama electoral provincial y en la definición de su categoría principal.