Santiago Pérez Ghiglia (INVAP): “Tener tus propios satélites te permite tomar decisiones soberanas acerca de las comunicaciones”
Santiago Pérez Ghiglia es IT manager de INVAP, empresa en la que trabaja hace unos 15 años en la que comenzó como programador, se desarrolló en el área satelital, después en comercialización y hoy trabaja en el área de sistemas. Conversó con Agencia Paco Urondo sobre las posibilidades de desarrollo que ofrece la empresa y su importancia para la soberanía nacional.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué es INVAP y cómo funciona?
Santiago Pérez Ghiglia: INVAP es una empresa del Estado, una sociedad del Estado de Río Negro que se dedica, especialmente, a hacer proyectos tecnológicos complejos desde hace más de 45 años. Como sociedad del Estado tiene representación en el directorio de la Comisión Nacional de Energía Atómica y una representación en el directorio de la provincia. INVAP no tiene participación de socios privados como dueños o como tenedores de acciones, pero sí tiene interacción con un montón de empresas privadas que hacen al ecosistema de producción y desarrollo en el que estamos insertos. Muchas veces se ve un proyecto y aparece el nombre de INVAP, medio como mascarón de proa de un logro, y atrás hay todo un ecosistema. Por un lado, lo que tiene que ver con el desarrollo del conocimiento: todo el sistema de Ciencia y Técnica nacional, CONICET, la Comisión de Energía Atómica, la Comisión de Actividades Espaciales. O sea, un montón de actores que son indispensables para que pueda ocurrir el producto que, finalmente, se lanza, o la puesta en marcha que se hace. Y después hay todo una red de proveedores, empresas que trabajan haciendo partes, haciendo desarrollo, empresas de software, empresas que mecanizan para nosotros. Hay un montón de trabajo que ocurre en este ecosistema. De cada peso en sueldo que ponemos, hay otro peso que gastamos en contratación, mano de obra o de servicio en Bariloche o en el resto del país.
APU: ¿Cómo se compone INVAP, dónde se desarrolla?
S.P.G.: Hoy, empleados o empleadas directos somos unos 1600, más o menos. Estamos distribuidos la mayoría acá, en Bariloche, y tenemos 2 sedes bastante grandes, una en Córdoba y una en Buenos Aires. Después, hay algunas oficinas en el resto del país y en algunos lugares del mundo donde tenemos proyectos. Por ejemplo, una oficina pequeña en Australia, una en Holanda. Una cosa bastante importante para nosotros es tratar de participar en el ciclo de vida entero de los productos que hacemos. INVAP no es que hace un desarrollo, entrega ese producto o esa instalación que desarrolló, y da por terminada la relación. Buscamos seguir vinculados, de participar en la parte de mantenimiento de ese producto, su desgaste, en cómo hay que actualizarlo. En los países en los que hacemos proyectos tenemos una oficina que tiene un tamaño considerable cuando estamos en la etapa de desarrollo y puesta en marcha, pero después, siempre, nos queda una oficina a través de la cual nos relacionamos con ese cliente y conseguimos que esa tecnología siga vigente.
APU: Y me imagino que el conocimiento universitario se vuelve importante.
S.P.G.: Tenemos muchísimos empleados de la universidad pública. Hay, obviamente, empleados que vienen de la universidad privada, otros con una multiplicidad de recorridos y gente de todo el mundo. Hay personas que vienen de otros países y los empleamos porque les parece relevante, o porque se vinieron a vivir a Bariloche y les parece interesante. Hicimos convenios con CONICET y con varias universidades con las que intentamos sostener un vínculo; hay un equipo que se dedica específicamente a eso. Entendemos que es la manera de mejorar esta idea de transferencia tecnológica y que, de alguna manera, todos esos conocimientos que se producen en el sistema de Ciencia y Técnica, podamos aplicarlos. Y que, a su vez, podamos orientar algunas de las investigaciones o desarrollo de conocimiento que ocurre en ese sistema en línea con, lo que entendemos, son los desafíos del mañana. Ese ida y vuelta tratamos de hacerlo a través de nuestro departamento de vinculación. Otra cosa que hacemos es tratar de entusiasmar a los jóvenes con que es una realidad que se puede hacer desarrollo tecnológico en Argentina, que pasan cosa muy interesantes. Ahora, por ejemplo, tenemos un concurso de tesis de ingeniería que premia a las mejores. La intención es generar estas vocaciones de trabajar para el desarrollo, de hacer tecnología en Argentina. Esa es otra de las patas que tenemos, no siempre es para hacer trabajo, un montón de veces son para ir a dar charlas a las universidades, que haya una conciencia de que ocurre desarrollo tecnológico en Argentina. No sólo, monolíticamente, dentro del INVAP, sino que hay todo un ecosistema de desarrollo tecnológico.
APU: ¿Qué distingue a INVAP como empresa de investigaciones tecnológicas aplicadas?
S.P.G.: En el manejo de proyectos tecnológicos complejos, que contienen un alto riesgo tecnológico, en los que está presente la multidisciplinariedad y la visión sistémica. En algunas disciplinas técnicas somos muy buenos, en esta cosa de poder hacer proyectos en los que tenés esta multidisciplinariedad, creo que es lo que nos mantiene relevantes. Lo más importante para nosotros es dedicarnos a hacer proyectos que son estratégicos. En esos proyectos, un montón de veces, no es necesario ser “los primeros en el mundo” que lo hacen. Sí es relevante desarrollar esa tecnología o un sistema complejo alineado a la idiosincrasia de nuestro país, a los recursos que tenemos disponibles, a sus posibilidades. Y poder sostener, dentro de nuestro territorio, todo el ciclo de vida de ese producto. En ocasiones, esos desarrollos generan conocimientos o tecnologías que son susceptibles de ser exportados. En algunos casos como en los reactores de investigación, terminan volviéndose tan buenos que competimos a nivel mundial, ganamos varios contratos internacionales en los que la tecnología que desarrollamos es apreciada por su calidad. Si vos me preguntás ¿está a la vanguardia tecnológica en todos los aspectos? Mi respuesta es no. Pero habría que resignificar esta idea de vanguardia en que lo que hacemos es relevante para los desafíos que tiene nuestro país, que nos permita elegir qué desarrollar y hacerlo adaptado a nuestra idiosincrasia. Inclusive, se vuelve muy interesante para otras naciones y susceptible de ser exportado. En general, cuando exportamos, no lo hace INVAP, lo hace el país. Se concreta de la mano de Cancillería y un montón de veces, esos proyectos que exportamos, traen embebidas un montón de tecnologías, de desarrollos que se hicieron junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales, etc. Los sistemas que hacemos son tan grandes que, a la larga, los que los compran son naciones, más que empresas. Después hay empresas que son el instrumento. Somos bastante cuidadosos en esto, de no subirnos a la idea de que es sólo INVAP, sino que es un ecosistema el que está trabajando para que pueda suceder.
“Los ciclos de desarrollo tecnológicos suelen ser más largos que los presidenciales”.
APU: ¿Por qué, para un país, se vuelve importante hacer sus reactores, radares, satélites?
S.P.G.: Esa importancia podemos marcarla en 2 ejes. El más directo tiene que ver con la capacidad de hacer tu propia tecnología, de poder elegir cuál desarrollar. Hubo como una evolución en este concepto de soberanía tecnológica. Hay muy pocos países que pueden hacerlo de punta a punta, desde decir hago el silicio del chip que voy a usar hasta el sistema que lo explota. Pero sí es importante el poder elegir qué tecnología desarrollar, adaptarla a tu propia idiosincrasia y generar un impacto social que, además, implica trabajo de mucho valor agregado. Después hay otra cara, que es la geopolítica. Para un país, el poder dominar el ciclo de combustible nuclear, desarrollar tus propios satélites, tus propios radares que te permiten el control de tu cielo con tu tecnología, es fundamental. Son dos caras complementarias, a nosotros nos pone muy contentos de poder participar en las dos.
APU: ¿Cuáles son los proyectos en los que está inmerso INVAP, en estos momentos?
S.P.G.: Hoy se está modernizando los radares que INVAP vendió hace bastantes años. Ese proyecto es muy importante, porque le permite a Argentina tener control sobre su cielo. Haber tomado la decisión de hacer los radares en nuestro país te permite actualizarlos y no tener que comprar radares nuevos. Vos, con mano de obra argentina, podés hacer que avancen tecnológicamente, que mejoren la perfomance, que tengan nuevas capacidades, basándote en un montón de material que ya tenés desplegado. Ahí está la idea de poder sostener todo el ciclo de vida de los productos. Además, acabamos de hacer la puesta en marcha de una planta de producción de radioisótopos en India. Otra vez, es un proyecto que exportamos a India, el diseño y la puesta en marcha de una planta de producción de radioisótopos. En este caso, el proceso original es un desarrollo de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Y en la puesta en marcha trabajamos todos como un equipo: el cliente, nuestro personal, el personal de la comisión, todos juntos en esa puesta en marcha que es como un hito muy singular y que genera equipo, como cuando lanzamos un satélite. Es donde se forjan esos lazos que trascienden un poco la idea de la pertenencia a las empresas o a qué organización pertenece cada uno, está por encima ese objetivo que vamos a lograr. También tenemos un proyecto muy importante de hacer un reactor de investigación para Holanda. Este país que produce el 30 % de los radioisótopos que se usan en el mundo y que, cuando tuvo que salir a comprar un reactor, hizo una licitación y terminó eligiendo nuestra capacidad para hacerlo. Digo esto porque no es que un reactor de investigación es un producto de estantería. Terminan confiando en nuestra capacidad de que vamos a entender su necesidad y hacer un desarrollo que esté alineado con ellas, con su idiosincrasia, con su idea de operación y producción. Estamos haciendo, también, con Turquía, un satélite geoestacionario, de propulsión eléctrica. Llevamos adelante el desarrollo de esa tecnología junto con Turquía, es un lindo ejemplo de cómo logramos encontrar maneras novedosas de hacer negocios y de asociarnos con otra nación para conseguir, si querés, el próximo salto evolutivo en materia de este tipo de satélites. El ARSAT SG1, que es el próximo ARSAT, es un desarrollo en esa línea, vamos a volver a lanzar un satélite nacional habiendo dado un salto tecnológico.
APU: No debe ser sencillo sostener el desarrollo a través del tiempo…
S.P.G.: Desarrollar un satélite, un radar, por ahí, lleva 7 años. Los ciclos de desarrollo tecnológicos suelen ser más largos que los ciclos presidenciales. Hemos tenido suerte de lograr transmitir la importancia de su sostenimiento y que sean proyectos que se materializan en resultados. Tener ejemplos en el pasado ayuda bastante a dar esta conversación. Hacer este desarrollo conlleva riesgo y, un montón de veces, para los funcionarios es incómodo. Hace falta correrlo en pro de obtener toda esa cosa extra, que es poder mantenerlo en el país. El costo en el ciclo de vida, muchas veces, es 4 a 1. O sea, hacer un producto tiene un costo equivalente a 1, pero en toda su vida útil vas a gastar 4 más de mantenimiento. Es el juego que queremos y nos gusta jugar. No el de un INVAP monolítico que corre todos los riesgos solo y hace todo adentro. Sería imposible para nosotros. Buscamos poder convencer tomar estos riesgos y ver los beneficios, juntos. Que esto que hacemos está ligado a poder sostenerlo acá dentro, que en vez de salir a gastar un millón de dólares afuera, tenés un proyecto en el que importás 200 mil dólares de partes y los otros 800 mil son de plata en Argentina que paga sueldos nuestros o que compra fabricaciones o servicios de todo un ecosistema que va creciendo. Y que, para el próximo desarrollo, tenés ya armado un ecosistema más grande que te permite hacer cosas más complejas.
APU: ¿Eso cómo nos coloca en el mapa mundial?
S.P.G.: Mi impresión es que la geopolítica se vuelve cada vez más compleja. El desafío más importante es poder elegir en qué tecnología vas a tratar de invertir, que todo tu aparato de ciencia y técnica se alinee con esas tecnologías, la relación con tu matriz productiva y las posibilidades reales de desarrollo, para materializar todo eso en proyectos que te vayan acercando a ese desafío. En un mundo que se está digitalizando cada vez más, donde prepondera una retórica de que no hay más fronteras, que todo pareciera estar oblicuamente disponible, es importante estar afilados en la mirada de qué tecnologías necesitás dominar. Porque son indispensables en el tema comunicaciones, para que funcione tu país. Hay algunas cosas en las que podés decir “en esto no me voy a desarrollar”, pero en otras, por una matriz determinada, se vuelve indispensable. En un mundo que evoluciona tecnológicamente cada vez más rápido, si no estás atento es fácil no verla pasar.
APU: ¿Cómo está nuestra capacidad de construir satélites y qué competitividad tienen?
S.P.G.: Hoy se ha vuelto bastante más accesible. En el momento que lanzamos el ARSAT 1 y 2, había sólo 8 países en condiciones de hacerlo. La Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales tiene hoy un proyecto de hacer un lanzador propio. De vuelta, es otro club aún más chico, el de los países con capacidad de ponerlos en órbita por sus propios medios. El tema de poder tener tu propio satélite de comunicaciones te permite, a la larga, tomar decisiones sobre ese servicio. Estamos en un mundo digitalizado donde, la información cobra cada vez más relevancia y se vuelve indispensable para que tu país funcione. Si uno mira la pandemia y trata de imaginar qué hubiera sido sin Internet, sin comunicaciones, qué hubiera implicado productivamente. Supongamos que se decide no tener tu propio satélite, alquilarlo. Tendrías todas tus comunicaciones dependiendo de la voluntad de una empresa de otro país, si te lo quiere vender o no y a qué precio, con poco poder de negociación. La posibilidad de tener tus propios satélites te permiten tomar decisiones soberanas acerca de esas comunicaciones y te para en un mejor lugar para salir a contratar. Podés elegir, por ejemplo, cuál es la pisada de ese satélite. Los satélites se diseñan y tienen como un mapa de potencia y de dónde dan servicio. Decidir que tu satélite va a tener una cobertura que llegue a lugares donde la densidad poblacional es muy bajita, te saca la lógica de un resultado económico. Por ahí, para otra empresa no tiene sentido; para vos como país, sí lo tiene. Obviamente, podrías salir a comprar un satélite hecho que tuviera esa pisada y operarlo vos. Te perdiste dar ese salto de aprender a hacerlo y conseguir que el próximo sea un poquito más complejo y tenga más tecnología. Es necesario hacer uso del poder de compra del Estado en forma inteligente, para que ocurra el desarrollo con el mismo recurso con el que compra una cosa totalmente cerrada y hecha afuera. Es importante ese diálogo para tratar de que Argentina, cuando compra, también se desarrolle tecnológicamente.