Argentina debería retirar su embajador en Israel
Por Santiago Gómez
Cristina Fernández reconoció que en Israel hay quienes se sientan con sus sillas de jardín a ver cómo explotan las bombas en Palestina, y en Argentina ya somos muchos los que nos preguntamos cuánto más va a demorar nuestra Cancillería en retirar al embajador argentino de Israel.
Nosotros no nos podemos quedar sentados mirando cómo actúan. Sabemos lo que es un genocidio, reconocimos el genocidio armenio, el judío, el de Roca, la Triple Alianza, la dictadura y sabemos que esto es un genocidio palestino. Lo que no se puede hacer, frente a esto, es seguir actuando igual. Argentina ha tenido una posición pública clara en el tema: retirar el embajador sería ratificar ese camino emprendido.
Esta medida ya la ha tomado Brasil e Israel se refirió al país latinoamericano como “irrelevante enano diplomático”. También Chile, El Salvador, Perú y Ecuador retiraron a sus embajadores de Tel Aviv. Somos muchos los que nos preguntamos por qué aún Argentina no ha tomado una medida semejante. Sabemos que no es fácil confrontar contra el sionismo en el país; Buenos Aires es una de las ciudades donde habita la mayor cantidad de judíos del mundo, después de Israel y Nueva York.
Además, el principal grupo mediático aliado al gobierno está dirigido por un empresario que apoya el sionismo israelí y que fue echado de una comunidad judaica por su manejo de los fondos, cuando estaba al frente de la tesorería y además tenía un banco que fundió.
Israel no se detiene y todo da que pensar que están buscando que un tercero a Israel y Palestina intervenga directamente para empezar con una escalada bélica aún mayor. Ya lo dijo la Presidenta en uno de sus discursos: hay quienes salen de sus crisis económicas haciendo guerras y sabemos que esa es la especialidad de Estados Unidos.
Se necesitan medidas pacíficas urgentes y extraordinarias, para que quede claro frente al mundo que así como América Latina es territorio libre de guerras, también se opone al genocidio que se está llevando a cabo en Palestina, donde hicieron de su territorio prácticamente un campo de concentración.