El regreso de CFK y el contraataque del campo popular
Por Santiago Asorey
La lluvia intensa sobre la ciudad de Buenos Aires no impidió que las columnas compuestas por miles de personas peregrinarán hasta las inmediaciones del Aeroparque Jorge Newbery en busca del regreso de Cristina Fernández de Kirchner a la escena política. Para millones de personas Cristina siempre representará una verdad simple e innegable, ella expresa la antítesis del modelo macrista que nuestro pueblo está sufriendo. Es decir ella es la síntesis antagónica al modelo que deja a la gente sin laburo, sube las tarifas reduciendo el salario de los trabajadores, devalúa para transferir brutalmente una masiva cantidad de recursos desde los sectores populares a las clases dominantes, suma presos políticos en las cárceles (Milagro Sala, “Pitu” Salvatierra), comanda y encubre la represión policial de la protesta social. Cristina esta siempre en la vereda de enfrente, se encuentra de ese lado de la fuerza. Quien nunca dejó de olvidarse de esta verdad es la dirigencia de Cambiemos que pone en el centro de referencia a la gestión de la ex mandataria en cada gesto, en cada discurso, en cada contra-política de Estado.
La lluvia del sábado a la noche una vez más, como ya sucedió el 13 de abril, pareció haber acrecentado el valor de la gesta popular. Mientras la oligarquía se burla de la fe y el afecto de estos sectores por Cristina, a la cual le atribuyen una religiosidad pagana, no dejan de percibir su regreso con preocupación. Hasta hace dos semanas los medios de comunicación hegemónicos proclamaban, por enésima vez en los últimos doce años, la muerte del kirchnerismo. El macrismo y su alianza con los grandes monopolios de la comunicación, devenida en apagón mediático, construían esa misma lectura. Pero como dice el antiguo dicho de la literatura española: “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”. Lo que marca esta lectura es la tensión que provocó el regreso de Cristina (con aparición televisiva inclusive) en la oligarquía que nos gobierna. La aparición de la ex mandataria es interpretada por las clases dominantes y sus grandes medios como un contraataque del campo popular, después de semanas de asedio mediático tras el affaire Lopez.
El lunes por la madrugada una patota patronal ingresó a la redacción del Diario Tiempo Argentino (recuperado por sus trabajadores en una cooperativa) y destrozó durante varias horas la oficina. Los cooperativistas denunciaron que la acción violenta se hizo con la complicidad de la policía. El sábado por la noche otra banda violenta ingreso para robar en la parroquia del padre Francisco “Paco” Oliveira. El cura afirmó que quienes ingresaron era “gente pesada y preparada.” Esa misma parroquia visitó hace unos meses la ex presidenta. El padre declaró a la prensa que “escuchando lo que hoy pasó con Tiempo Argentino, cuando te enterás que fueron policías de la Metropolitana al sur, uno empieza a preocuparse en esta Patria". Lejos de abonar a teorías conspiracionistas soslayamos lo obvio en la superficie: si estos actos de amenazas sobre los sectores populares recrudecen es porque sin duda existe un intento por domesticar cualquier contra iniciativa de estos sectores. Y si alguien entiende “el peligro” del símbolo de Cristina, son las clases dominantes que ven en este regreso una contrainiciativa no solo de ella, sino de los sectores populares que la fundamentan.
Para realizar los ajustes estructurales que el macrismo necesita para afianzar la restauración conservadora es necesario girar el foco de la atención hacia el kirchnerismo para estigmatizar su proceso político. Desmoralizar sus bases, afectar al corazón y a la creencia de sus bases. Pero sobre todo para que la mirada se centre allí, y no en las transformaciones estructurales que el macrismo va construyendo en su programa económico y social. Ese centrar la mirada en Cristina, en un arma de doble filo para Cambiemos. La intensidad y el odio de esa energía contra el kirchernismo, puede generar un efecto rebote y la dirección de la fuerza puede ser re direccionada contra el gobierno. Tal vez el macrismo "metafísico" que hace alusión a la luz al final del túnel, se encuentre con que la sorpresa es que aquella luz al final del túnel no sea otra que Cristina.