CGT: Vírgenes a los 40
Por José Cornejo*
Una tarde de mayo de 2000, mi hermano el Vasco Bustingorry caía en el departamento de estudiantes platenses donde vivía.
- Gracias a un contacto en el Partido Obrero, conseguí que Camioneros nos lleve a la marcha contra De la Rúa. ¡Vamos!
Así eran esos tiempos. Hugo Moyano conducía un movimiento sindical castigado por el menemismo pero poderoso, con una línea política clarísima. Hasta el PO se encuadraba. El acto, que fue el 2 de junio de 2000 terminó con el Negro llamando a la desobediencia tributaria y ocupó todas las planas. Yo me volví contento con una gorrita de Camioneros, burlándome de la modesta gorra de Pintoreros del Vasquito.
En un marxismo muy muy de cabotaje, aprendí que la clase proletaria de la que hablaba un alemán exiliado en Londres hace siglo y medio era el Movimiento Obrero Organizado. Y desde entonces, siempre consideré al sindicalismo como columna vertebral del peronismo, el partido de la clase obrera argenta. Aún con sus agachadas, sus empresarios como el bancario Zanola o sus asesinos como el ferroviario Pedraza. Porque la clase es más que una parte de sus dirigentes.
Pero lo que nunca me pasó a mis 38 años de edad es que la cabecera de un acto de la CGT se peleé con su conducción. Y menos que menos que esa cabecera quiera boxearlos y de paso, conquiste el escenario. Así que empecé a consultar a amigos gremialistas y referentes sindicales.
Naturalmente el primero fue Hernán Escudero, de SADOP. Hernán es un compañero lúcido de un gremio que nunca perdió el norte, ni siquiera durante los desplantes antigremiales (¡y antidocentes!) de nuestra líder Cristina Fernández de Kirchner.
- Loco, vos me lo habías anticipado. La dirigencia no comprende a la nueva generación que entró a laburar en la década pasada. Me habías dicho que van camino a que no puedan salir a la calle. Los mayores tienen que construir la sucesión ya.
Hernán se rió y me hizo la vaga promesa que iba a empezar a escribir sobre el tema. Para ser honestos, también Dante Gullo me había anticipado que algo así iba a pasar. Después le envíe un audio de whatsapp a Mario Ortiz. Mario es el secretario general de la CGT matancera y de los textiles locales. Un hombre que ha vivido mucho peronismo y mucha lucha de clases. Y un buen amigo de la Agencia.
Mario me subrayó la dimensión de la movilización. Que no perdiera de vista eso. Deduje de sus palabras que centrarse en la masividad denunciaba que el enemigo principal es el gobierno macrista. Pero reconoció que con medio millón de personas en la calle, el triunvirato debió definir la fecha del paro.
En la misma línea se expresó la ferroviaria Verónica Dell Anna, triunvira de la CGT de Lomas. “Lo importante fue lo multitudinario de la marcha, contra el ajuste, tarifazo, flexibilización y demás políticas del gobierno”. Della Anna subrayó que “por estos mismos motivos sumados a demandas de género secundarios para este gobierno, las mujeres se convocaron este 8 de marzo”. “Y sobre los llamados incidentes finales, es algo que la CGT tiene que discutir puertas adentro. Que el árbol no nos tape el bosque”.
Humberto Montero, responsable de la CGT bahiense también compartió el balance general. Sin embargo, Montero fue más enfático en los incidentes finales. “Es como decirle a un nene que le vas a dar un caramelo, pero no se lo das”. Walter Correa, triunviro de la CGT del Oeste, viene reclamando el paro general desde hace rato. También llamé y whatsapeé (¿se dice así?) a otros amigos gremialistas pero estaban bastante entretenidos estudiando el asunto.
A modo de conclusión, a mí me quedó lo siguiente. La conducción de la CGT quedó desbordada por una minoría. Ahora, el triunvirato no hubiera sido desbordado si no convocaba al acto. Quiero decir: puteados o no, la CGT tiene una capacidad de convocatoria como ninguna fuerza política. Pero esa movilización no es en abstracto, es en contra de las políticas del gobierno nacional. Y la paciencia de los trabajadores para conciliar con el macrismo se está acabando.
No es una conclusión muy reveladora. Pero a los triunviros se los vio tan sorprendidos como a mí.
* Director Agencia Paco Urondo