Brasil: paro general contra la reforma laboral y previsional
Por Santiago Gómez
Desde Florianópolis
La terminal de colectivos de Florianópolis está cerca del mar y cerca del puente que comunica al continente, desde donde vienen todos los días hombres y mujeres a trabajar. Es punto de concentración de manifestaciones políticas populares, las cuales hemos acompañado desde 2015 hasta la fecha. Fuimos testigos del rechazo de la población a movilizarse en apoyo a Dilma. Observamos que eran más los que se manifestaban para sacar a Temer después de la salida del gobierno del PT que para evitar el fin del gobierno. Después de un año de golpe de Estado, la población está lista para salir a la calle.
Cualquiera que haya repartido volantes experimenta el rechazo a recibir aquello que se ofrece. Cuando lo que se extiende es el texto de alguna fuerza política, la receptividad está determinada por el contexto social. He pasado horas en el ingreso a la terminal sin conseguir entregar el material que llevaba en la mochila y durante esta semana no hubo día que no entregáramos lo que habíamos llevado. "Mañana tiene que parar todo", fue la frase que más escuchó este cronista de manos de quienes recibían los volantes.
"¿Hasta qué edad voy a tener que trabajar si aprueban la reforma?", comentó al pasar un joven que no llegaba a los veinte años, pero que ya sabe que si aprueban la reforma previsional, va a tener que trabajar hasta los 65 años, independientemente de que haya aportado durante 30 años, lo que hoy le permitiría jubilarse. "Mañana yo también paro, no voy a cocinar, ni voy a hacer las compras, me voy a quedar en casa haciendo fuerza desde ahí", me dijo una señora con la cara curtida y ya jubilada.
"Hay que sacarlos a estos cuanto antes, están destruyendo el país", me dijo una señora de unos setenta años, que andaba con un bastón. Y tiene que volver Lula, le contesté, por lo que la señora me miró con asombro. "Eso no, tiene que venir otro, pero estos se tienen que ir. Lula hizo mucho, eso no lo discuto, pero también robó", me contestó. Le pregunté cómo era posible que después de tres años no le encontran una prueba. "¿Cómo se la van a encontrar si el departamento estaba a nombre de otra persona?", me respondió. Le pregunté a la señora si dijeran que un departamento que es de otra persona es suyo y la prueba de que lo sería es que está a nombre de otro. Se quedó pensando. "Es cierto que hizo mucho, pero tiene que volver otro", me contestó.
Lula no para de crecer en las encuestas. Diversas consultoras coinciden en que en el nordeste tiene una aprobación de más del 70%. Según la última encuesta que difundió IPSOS el 38% aprueban cómo el ex presidente viene actuando. Sólo el 17% aprueba lo hecho por Michel Temer. Para el próximo 3 de mayo el juez Sérgio Moro había citado a Lula a prestar declaración pero retrocedió ante la movilización de apoyo que se organizó para acompañarlo. La postergaron para el 10 de mayo. El ex mandatario pidió que la misma fuera transmitida en vivo. La última declaración que brindó lo hizo acompañado de una cámara que transmitió cada una de las preguntas y respuestas del proceso.
Cuando el poder adquisitivo cae, el malestar social aumenta. Las limitaciones y prohibiciones a los que los trabajadores y las trabajadoras se ven obligados por las decisiones políticas del gobierno se traducen en tensiones, que se hacen oír en los medios de transporte, en el espacio público y que mañana se va a ver la fuerza que tiene por las calles de Brasil. Las centrales sindicales y la dirigencia política del PT está entusiasmada con la movilización de mañana. El apoyo recibido al paro de personas que hace un año ni podían escuchar que la salida de Dilma Rousseff nos traería a esto, nos hace creer que mañana va a ser un gran día.