Sergio Kisielewsky: Nunca te hablé con palabras
Por Victoria Palacios
La espera, la ausencia, el amor, la pérdida de un ser querido y lo que no puede volver a suceder están presentes en Nunca te hablé con palabras de Sergio Kisielewsky*. Como su nombre lo sugiere, su poesía nos invita a acercarnos, a ser parte de un diálogo en el que conviven voces familiares y amorosas, pero también lejanas y extrañas, actualizando recursos del teatro y el cine en una imaginería inusual en un tiempo que se vuelve múltiple y escurridizo. Así la potencialidad del paisaje de la infancia se enriquece gracias una voz dirigida al futuro a través de representaciones poéticas tangueras y populares. Juegos de sintaxis, enunciados comunes invertidos irrumpen en el sentido desplazándolo. El viaje, el movimiento y el tránsito aparecen intercalados en escenas de encuentro y despedida en varios poemas, que acentúan la radicalidad de algunas vivencias, casi como ritos de pasaje, y que no pueden reducirse al discurso. La impronta de lo que no pudo ser dicho se instala con la fuerza de la memoria corporal, sus huellas reiterativas, sus pasiones.
Piso flotante
I
Hoy saldré con Scarlett Johanson
La veré en una playa cerca de la rambla
No habrá escollera ni mar
ni bruces
sólo su rostro entre los pescadores de alcoba
el pejerrey sube al Faro y te ve
respira el pez
está quieto viéndote
y llama a otros peces
y todos los peces respiran porque ven tu boca cerca de la brisa
Hoy saldré con Scarlett Johanson
conoce una calle pequeña y el helado de higo
y tiene una túnica que abrigó a su abuela cuando estaba de novia con un vikingo
A Scarlett le gustan los pájaros como a mí ver
a papá que vuelve de la costa
corría paralelo a la orilla
con un malla de colores fuertes
Scarlett me dice que conoció a papá
que lo vio hacer el asado para los primos
que lo vio cuidando a los funcionarios
que lo vio y de pronto calla
La noche se come su rostro y las olas se levantan por metros
Scarlett quiere ir a ese café en el límite con Mar del Sur
donde termina el sitio en que corría mi padre
Entramos y la mesa ya está puesta bebemos y me dice
que su padre era médico.
Iba en trineo entre la nieve a ver a los pacientes
Scarlett habla de su padre y llora
me cuenta de ese mundo donde nunca tropezaba y que no conoció el verano ya de grande. Creía que la vida era nieve.
No sé qué hacer con ella de este lado del mundo
La invito al edificio Ondine entramos
mis padres están jugando al Scrabel y después al chinchón
Scarlett le habla en idish a mi abuela y le dice
ashtícale y mi abuela le sirve borsh.
Le pregunto a Scarlett si quiere ver una película
ella odia las películas los tatuajes el rímel
quiere ir al vivero y subirse a las lanchas
quiere ver los caballos.
Scarlett me lee el Transiberiano
Me cuenta que lo leyó escondida de su madre
el viaje de la pequeña niña sobre la estepa
el tren que lo atravesó todo.
Nunca miré a nadie a como a Scarlett y ahí
Es cuando me cuenta los libros de Fitzgerarld
De Basil y Josephine me dice los ámbitos de memoria
cuando era chica miraba a los caddies en los campos de golf
y ellos al verla se tropezaban en el pasto.
Ahora el viento da en las ventanas del barcito en el muelle
Y en eso entrás vos con bermudas de flecos
Las dos mujeres se miran como si se conocieran
Bebemos cerveza y vos hacés magia con un títere que
Trajiste del otro lado del mundo Scarlett ríe y vos
das una función del títeres sin escenarios
cuando vuelvo ya no estás más está Scarlett vestida de blanco
y me dice que quiere conocer Gesell a Barocela
y al café Nostalgias
quiere deambular por las bares de la playa
No quedará otra que estar contigo un rato más.
Toda la vida.
III
Nunca te hablé con palabras.
Me decís que vas a tomar ese avión.
Ahora tu voz es un delantal.
Vuelvo a mirarte y asusta
El mundo se quiebra como un plato de sopa.
Damos vueltas, respirás
Y dan ganas de ser el aire.
Es la caída del corazón al rocío
En el reservado del bar te encuentro
Es un armiño con el ruido del tren
que pasa entre nosotros como un fantasma griego
Tenés un duende en el paladar
te subís a la taza, girás, olés al día,
Vuelo en tu alcoba y deseo a tu pie
Y a la terraza que se llega sin escalera.
No volveré a verte.
Comprás frambuesas en El Bucanero
Sólo un trozo de aire en el Abasto
Que gira hacia el mundo de los hoteles
Que nada alumbran
Sólo tus hombros adorados por la luz
El tiempo se dispara como loca marquesina
Silbás a rabiar
Y no hay quien lo detenga
No es el Parque Chacabuco
No es Alchurrón tocando la guitarra en las peñas del 79
No es la tarde donde jugaban con Laura
(“Le pedí tanto a Dios que viniera”)
Y algo se movió de cuadro.
Creo que la calle llegará hasta el mar.
Te veo en la calle de la Agronomía
Veranito a las diez de la noche
Tu corazón es un idioma con arco y flecha
Nada se balancea más que tu pie descalzo
Sos un deleite intratable
Que ejerce su pasión por las brasas
Por el calor de la carne haciéndose
Estoy en la calle esperándote
Es un leve motor que tengo
Volvé te digo, la orilla es tu pie, tus manos que acarician de a cuatro
XI
Los instrumentos quirúrgicos son perfectos
A mí me sacaron el corazón
Y pienso con el plexo que está lleno de tus ojotas de playa
No sé si sabré vivir sin tu cesta de arena con ruido de mimbre
Tu cadera y tus ojos entrecerrados
Mientras la juventud se bambolea en las olas
Nada se detiene con el mar.
Se ve el muelle
La carpa donde deshacés las trenzas
Subís el cierre de la carpa
Y sudamos en el piso material.
Tu malla es breve y la tela comenzó a transpirar.
No sé si será el Futalaufquen o el sur de Gesell
No sé en qué médano te pude ver de perfil
Como una rémora de lo nuevo
De lo que nunca se vio ni se dijo
Algo en el oído que no se pronuncia ni se absorbe
Ni se toca a contraluz.
Hacemos la excursión al Faro y vemos que el río
Se junto con la mar y trastocó en planicie.
No dejaré de mirarte mientras viva,
no entiendo tu idioma
Sé que los deseos se te cumplen
Y te vi derrumbar más de un muro.
Soy el único que sé tu edad
Te vi con ropa de arpillera, te vi con el mendrugo
Miro la lámpara donde todo lo que ilumina es azul
El mar donde las válvulas están sueltas
Y tenés las mallas de dos piezas y es todo lo que llevás por prenda.
Eras tan joven que aprendí a encender los zapatos en el desorden
De las muecas.
Nunca pensé que la tierra gira en derredor del médano
Es una planicie
Que adora tu espalda.
*Sergio Kisielewsky nació en 1957 en Capital Federal. Es Poeta, periodista y sociólogo. Publicó los libros de poesía Algo de la época, Memoria caníbal, Corazón negro, Electrificar Rusia, La belleza es un campo minado y Nunca te hablé con palabras. Su obra fue traducida al inglés por el poeta John Oliver Simon. El año pasado salió su libro La palabra del otro en Acercándonos Ediciones con entrevistas a escritores y artistas como Olga Orozco, Andrés Rivera, Fernando Birri y Hugo Midón, entre otros.