Cucuza Castiello: “Los tangueros de hoy nos criamos yendo a recitales de rock”
Hernán “Cucuza” Castiello es cantante de una nueva camada de jóvenes que interpretan en sus conciertos tango y rock como expresiones de una cultura urbana y popular. Entrevistado por AGENCIA PACO URONDO se expresó acerca de sus comienzos, la bendición del cantor tanguero Miguel Montero de quien tomó su apodo, de su espectáculo Menesunda.Tangolencia rockera y de sus inolvidables cruces con Diego Armando Maradona y Charly García. “Poder cruzarme con ídolos del tamaño de Diego Maradona, tener la posibilidad de invitar a cantar conmigo a Rubén Juárez, que me acompañe con su bandoneón. Y después conocer a Charly García, gracias a Fabián “Zorrito” Von Quintiero. Hace que me sienta un tipo con suerte”, detalló.
Agencia Paco Urondo: ¿Está bien si digo que ser futbolero y cantor, es tu mejor carta de presentación?
Cucuza Castiello: Siempre digo que desde los 5 años, más o menos, sabía que quería cantar y jugar a la pelota. De hecho, fui socio de Argentinos Juniors desde los 2 años y arranqué en club Parque. Y si bien el fútbol se terminó hace mucho tiempo, nunca me sentí exfutbolista. Porque son de esas vocaciones que te duran para toda la vida, por más que no estés corriendo en una cancha. Con el cantor pasa algo parecido: aunque te retires, nunca dejás de serlo.
APU: Llegaste a jugar en clubes importantes de nuestro fútbol, Argentinos Juniors, Tigre y en Aldosivi de Mar del Plata, donde sufriste una lesión en la rodilla que te alejó definitivamente de la actividad ¿Costó hacerte la idea de no poder entrar más a una cancha, siendo tan joven?
C.C.: La verdad que sí, porque jugué hasta los 25 y me hubiese gustado seguir haciéndolo. De todas maneras, pude estar en todos las estadios, incluso varias veces en el de Boca. Así que estoy recontra hecho. Después, naturalmente me jode el paso del tiempo, estar un poco más gordo, contracturado y no rendir. Que la cabeza esté lúcida y las piernas no respondan son de las cosas que me hacen pensar: “qué lástima esto de venirme veterano y no cuidarme”. Siempre me gustó jugar, hablar de fútbol y sentarme a ver los partidos.
APU: Contanos el significado que tuvo el día que en la cancha de Argentinos Juniors conociste a Diego Maradona y cantaron juntos.
C.C.: No te lo podría explicar bien, sí decir que después de cantar con Diego me quedé llorando 15 minutos abrazado al Pipa Gancedo, exjugador del Bicho y de River, entre otros clubes. La verdad no puedo entender como este hombre, aún después de fallecido (muerte que en el caso de Maradona, va entre unas comillas gigantes) me puede seguir dando siempre una alegría más, me siga emocionando. Soy muy fanático de él, como seguramente gran parte del mundo del fútbol, por más que sabemos que el Diego lo excede. Por eso, aquel momento lo pongo en el top de mi vida, en mis recuerdos más grandes, sin ninguna duda.
APU: Así como la pelota, el tango llegó también a una edad temprana, cuando te presentaste a cantar, por primera vez, en un estudio de televisión para un programa de Juan Carlos Mareco.
C.C.: Fue muy lindo el inicio. A mí me da mucho escozor ver a “los niños prodigio”. No por ellos, sino por lo que siempre hay atrás. Los padres, la gente viendo la posibilidad de salvarse, tanto en el fútbol como en lo que tiene que ver con las artes. Por eso, siempre remarco que en mi caso fue algo totalmente espontáneo y natural. En mi casa se escuchaba tango a morir, todo el día. Una vez le pedí a mi vieja que me lleve a ese programa en la tele que mencionás conducido por Mareco que se llamaba El tango del millón. Porque allí había un concurso para pibes cantores donde el que ganaba se llevaba una pileta Pelopincho, premio que logré. Esa fue mi motivación. A partir de ahí empecé a presentarme en las peñas de tango, pasaron los años y aun sigo cantando.
APU: ¿Qué nos poder decir acerca de Miguel Montero? Un cantante de tangos no muy conocido por el gran público, intérprete de “Cucuzita”, un tema del cual vas a tomar tu apelativo.
C.C.: Ahí nos tenemos que detener 5 segundos. Miguel Montero, para quienes nos gusta el tango, fue un tipo que cantaba como pocos. Obviamente que sí, que lo que decís es cierto, no era de los más conocidos. Soy fanático de Montero desde siempre. Aparte, la primera vez que canté formalmente, esa noche la cerraba Miguel. Yo era un pibito de 6 años y él me regaló un crucifijo diciéndome que a partir de ese momento se convertiría en mi padrino artístico. Claramente, entre todas las cosas que le debo como cantor, también está mi apodo que, en realidad, es mi nombre artístico. A tal punto que si me gritás por la calle Hernán, no me doy por aludido (risas).
El abrazo del tango y el rock
APU: Sos parte de toda una nueva camada de artistas que integran entre otros, el Chino Laborde, Julieta Lasso, Alfredo Piro y La Chicana, que lleva en sus repertorios al tango y el rock de la mano.
C.C.: Hay una lógica en esto. Sacame a mí, que soy un bicho raro. Pero a mis 10 años, aunque seguía escuchando a Floreal Ruiz, apareció mi hermano con Almendra, La Máquina de hacer Pájaros y Deep Purple. Además, los tangueros de hoy nos criamos también yendo a recitales de rock. Por eso puedo hablar con vos de Palo Pandolfo o de Carlos Dante y Julio Martel. Si bien, los que nombraste, nos sentimos de raíz tangueros acérrimos, también formamos parte de una generación que veneramos al rock. Me parece algo muy natural que esto esté pasando hoy, que haya un poquito más de apertura y conocimiento. Insisto: Puedo charlar con vos de Homero Manzi, y también de Los Visitantes, a quienes vi como 20 veces, recordar aquellas noches me emociona tremendamente.
APU: Puntualizando en tu espectáculo Menesunda, tangolencia rockera, recuerdo en alguna oportunidad verte cantar “La rubia tarada de New York”, donde entrelazas el tema de Sumo con el clásico interpretado por Carlos Gardel.
C.C.: Me acuerdo perfectamente. ¿Vos sabés lo que es, para un tipo que canta tango y que fue a ver a Árbol y a Estelares, hoy estar sobre un escenario haciendo este cruce? Para mí, es idílico. En esto de la Menesunda que estamos hablando, que vengo haciendo desde el año 2013 y que tiene un disco editado seis años después, se llama así porque le afané una frase a Luis Alberto Spinetta (risas). Justamente dice que en toda lírica citadina hay sobrevolando un espíritu que se puede definir como una tangolencia rockera. A mí me encantó, lo tomé como un slogan. Sin dudas, tanto el rock nacional como el tango, tienen una especie de folclore de lo urbano. Hay canciones de Charly García, Fito Páez o del propio Flaco, que si las despojas de la música son poesías netamente tangueras. Y encima, después, cuando empezás a buscar arreglos, armonías, cómo las podría frasear como cantor, me encuentro con que son tangos. Y no sólo sucede con los próceres del rock. Por ejemplo y aunque parezca increíble, en temas de Babasónicos también descubrís unas construcciones tangueras que no se pueden creer. Siempre le digo a los tangueros más cerrados que creen que los rockeros denostan al tango, que las veces que hablé con Palo Pandolfo o Manuel Moretti, ellos lo ponen en un lugar de respeto y admiración muy grande.
APU: Otro inolvidable momento fue conocer a Charly García ¿Cómo se dio el encuentro?
C.C: Soy consciente de ser un tipo con suerte. Poder cruzarme con ídolos del tamaño de Diego Maradona como te conté antes, tener la posibilidad de invitar a cantar conmigo a Rubén Juárez, que me acompañe con su bandoneón. Y después que me pase lo de Charly, gracias a Fabián “Zorrito” Von Quintiero, a quien admiro y conozco por haber hecho juntos en plan rockero-tanguero temas de Spinetta, Gustavo Cerati y el propio García. En una oportunidad en que estábamos en una entrega de los premios Carlos Gardel en el Centro Cultural Kirchner (CCK), donde yo participaba con un disco. Me dice, así de la nada: “Cucu, vení que te presento a Charly”
APU: ¿Y después qué? Hay videos caseros dando vueltas por las redes donde se te ve cantando a dúo con él.
C.C: Charly había ganado todos los premios Carlos Gardel, esa noche. Cuando entré al camarín presuponía que podía llegar a ser un quilombo y no, todo estaba muy tranquilo. Allí estaban algunos músicos de Turf, sus productores, su compañera Mecha. El Zorrito me presentó y recuerdo que lo primero que le dije a García fue que sentía que “Kurosawa” (La hija de la lágrima, Columbia Records, 1994) era un tangazo. Ahí enganchamos, empezamos a hablar un poquito de música hasta que Von Quintiero, me dijo: “Cucu, por qué no le cantás algo a Charly”. Y ahí quedaron esas imágenes que mencionás filmadas por Fabián, que incluyen fragmentos de canciones como “Influencia” y “No soy un extraño”. Y cuando me pongo a cantar “Confesiones de invierno”, otro tema que es un tango que llegué a grabar, García empezó a cantarlo a dúo, conmigo. Y cuando inmediatamente después, decido irme para evitar que pudiera pasar algo que arruine la cosa, Charly me miró y me dijo: “Cantás bien”. No puedo decir más.