Cristina: entre una elección y una despedida
Por Juan Ciucci
Tucumán la recibió festiva, pero con la certeza de un rito que termina. El gobernador José Alperovich también transitaba su último 9 de julio en su cargo, y su discurso tuvo un claro tono se despedida, que incluyó en parte a Cristina, al mencionar su “deber cumplido”.
Esto sirvió de disparador para la parte más importante, a nuestro juicio, del discurso de la Presidenta. “No me siento con el deber cumplido, siento que todavía faltan muchas cosas… Será porque cuando uno es militante nunca está conforme, hermano, sino dedicate a otra cosa, en la política nunca podés estar conforme, siempre hay que ir por más, siempre”.
Una definición del momento actual de Cristina, y de la militancia, esa que parece cada día más necesaria ante el futuro por venir. “Si los argentinos no cuidamos lo logrado, si los argentinos no defendemos lo que hemos construido en estos 12 años, van a intentar volver con políticas neoliberales”.
El tono del discurso recorrió esta vez de un modo un poco más claro el horizonte de las elecciones, que primero serán PASO, para las que falta tan sólo un mes. “Siento que faltan cosas todavía por hacer y confío que los compañeros y compañeras de este proyecto las van a llevar a cabo, porque también, como ustedes me miran a los ojos y se reconocen y nos reconocemos por el afecto entrañable que nos une, también ustedes deberán mirar a los ojos y a ustedes deberán mirarlos a los ojos para rendirles cuentas de todo lo que todavía falta hacer en este bendito país. Y yo confío que los hombres y mujeres que forman parte de este espacio lo harán. ¿Saben por qué? Porque nadie quiere escaparle al juicio de la historia, cada uno de nosotros más tarde o más temprano va a ser enjuiciado por la historia. No importa el juicio de los diarios, no importa el juicio de las radios o de la televisión, lo que importa es el juicio de la historia. Ese juicio y por ese juicio vamos y no nos vamos a mover ni un milímetro del lugar en el que estemos”.
Lo que aun nos llama la atención es que el candidato de ese espacio, el hombre que será el próximo presidente, no es nombrado. Está ahí, en primera fila, primer asiento. Se habla del futuro, de los “compañeros y compañeras de este proyecto”, pero sin mencionarlo a él, a Daniel Scioli. Cualquier otro discurso en tono de campaña mencionaría sus virtudes, el por qué de su elección, qué nos promete. Aquí no, es el conjunto del espacio político el que debe garantizar ese futuro, junto al Pueblo movilizado, empoderado.
Es sin dudas un escenario intenso y difícil el que se nos viene, entre los desafíos del futuro y el dolor de ya no ser. La Presidenta alerta sobre avances neoliberales aquí y en el mundo, y nos exhorta a estar atentos. Y su lugar en ese futuro, aun, es indescifrable. Podemos conjeturar con pasadas conducciones, alejadas de la presidencia pero conduciendo al Movimiento y con él, la Nación. Pero son aun ideas difusas, enmarcadas en los indicios que la palabra pública presidencial nos ofrece.
“No, no hace falta estar en un espacio institucional”, nos dice. “Muchas veces me preguntan y yo respondo, por favor, yo no nací Presidenta ni nací senadora ni nací diputada. Ya lo dije alguna vez: nací mujer, argentina y después me hice peronista. Con eso alcanza y sobra, por lo menos para mí”.
Llegando al final de su mandato, es imposible no empezar a despedirnos, de ella y estos años que hemos transitado, con una Patria recuperada, en su eterna búsqueda por ser Justa, Libre y Soberana. Ella sabe que aun le queda por cumplir un rol preponderante en esa batalla permanente, a la vez que nos alerta del lugar que nos tocará cumplir a los 40 millones de argentinos.