Ripio: drone, ambient y poesía
Foto: Gabriela Giusti
Por Boris Katunaric
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo nace esta dupla para musicalizar y el recitado de los poemas de Reynaldo Jiménez?
Emanuel Frey Chinelli: Reynaldo y yo nos conocimos en 2014, a raíz de la publicación del libro 5 metros de poemas, de Carlos Oquendo de Amat, en el sello editorial A pasitos del fin de este mundo (que llevé adelante durante 8 años junto con los poetas Golondrina Alfa y Pablo Arraigada). A Reynaldo le llegó la noticia (él, en su sello Tsé-tsé, había publicado algunos poemas de Oquendo en su titánica antología de 37 poetas peruanos titulada El libro de unos sonidos) y me invitó a su casa con una cordialidad y amabilidad fuera de serie. Así nació una amistad que al día de hoy nos encontró trabajando en un libro de poemas de él, Olla de grillos, publicado por A pasitos en el año 2018; para la presentación de ese libro, en la librería Alamut de Palermo, preparé un set de música que sirviera de vehículo para esos poemas, usando un loop y tocando la guitarra de manera no tradicional, aprovechando herramientas como el delay y un arco de violín. La reacción de quienes estaban, ese día, fue tal que nos dijimos “¿y por qué no hacemos un disco?”. Nos encontramos en ese período 2018-2019 algunas veces a probar ideas y ensayar, hasta que a finales del año pasado adquirí una placa de audio con la idea de aprender a hacer grabaciones caseras. Audacity mediante nos pusimos manos a la obra, él grabando las voces en su casa, yo grabando las músicas en la mía y luego nos dieron una mano de incalculable valor dos grandes amigos: Nicolás Calandriello (bajista de Dislexia Free) para ordenar un poco lo que yo había grabado, y Eduardo Calero (que lleva adelante Pure State Studio en Barcelona, además de varios proyectos de difusión cultural) en la producción y masterización del material. Gabriela Giusti (artista plástica) aportó las imágenes que usamos para la tapa del disco y los interiores del booklet, y Caro García Vautier está a cargo de la realización de los videos. Así que, en resumen, todo surge desde la poesía y las ganas de compartir creaciones entre amigos.
APU: ¿Cómo fue la creación o estructuración entre música y poemas recitados y cómo fue grabar el disco?
E.F.C.: Para la creación de la música me basé en tratar de ser imperceptible: mi idea era que la música sea un canal para los poemas, que realce de algún modo lo que allí se decía sin interferir demasiado, sin distraer. Al trabajar con la entonación de Reynaldo tuve la posibilidad de investigar qué me decía esa entonación, a qué me sonaba, entonces los temas se pensaron no tanto desde la notación musical sino desde el sentimiento que quería generar con la música, que era de conversación, de diálogo, de comunión entre dos lenguajes aparentemente distintos pero profundamente cercanos. Entonces escuché primero cada poema, varias veces, para poder captar el qué y de esa manera darle un cómo. Agregué además una puerta de entrada y una de salida, dos momentos paralelos al recorrido.
APU: En la música está la mixtura entre lo drone y ambient con guitarras eléctricas, le da una sensación muy hipnótica ¿Fue buscado desde el principio?
E.F.C.: Sí, la música de Ripio, en esta ocasión, tiene una clara intención drone y ambient, sobre todo por esta idea de realzar al texto dándole un fluir sobre el que plasmarse. En ocasiones he recitado poemas acompañado de mi amigo Federico Fossatti (alma mater del proyecto drone colectivo Pandelindio) y su influencia en este disco es, a mi entender, vital. También las experiencias con el dúo Wellam (de Golondrina Alfa y Chasca Sepúlveda en Concordia, Entre Ríos) fueron momentos bisagra, creo yo, en mi concepción de la música como acompañamiento de la voz, en ese sentido de diálogo que mencionaba anteriormente. Y no puedo dejar de mencionar al grupo de música ambiental 1 Mile North, de quienes también es tributaria mi manera de tocar, en esta ocasión.
APU: ¿Cómo nacen los poemas de Ripio?
Reynaldo Jiménez: Los textos de Ripio surgen a partir de la conversación y amistad con Emanuel Frey, a partir de un proyecto anterior. En su editorial, A pasitos del fin de este mundo, publicó Olla de grillos, y para la presentación decidimos probar los poemas al micrófono yo, y él a la guitarra, en vivo. Pero era necesario crear textos especialmente preparados para dar espacio al plano sonoro también, de manera que imaginé un EP, cuatro temas y a partir de ahí salieron espontáneamente, a lo largo de algunos días, con pocas correcciones. Luego grabé la voz en distintos días, hasta que quedaron versiones que le envié a Frey y él montó la música con oído milagroso, ensamblando todo, dándole sentido a las entonaciones que había registrado.