El día que nos hagamos responsables de nuestras palabras
Por Agustín Mina
¿Podemos hacer algo para evitar que una persona pueda decir cualquier cosa impunemente en los medios?
¿Cómo hacerle entender a colegas que la libertad, tan bella como es, también tiene consecuencias? Que no se debería decir cualquier cosa como si nada, que la palabra vale, impacta en nuestras vidas, genera sentimientos, conocimientos y cambios.
Sabemos que no se terminarán en los medios la mentira, las calumnias o la desinformación, no nos engañemos, pero debemos hacer algo para que nuestros colegas piensen dos veces lo que dicen, sin necesidad de promover consecuencias punitivas. Porque sus dichos tienen consecuencias.
Cuando quienes trabajamos en medios seamos responsables con nuestras palabras, tendremos una comunicación mejor, más sana; una comunicación que siga siendo libre, plural, diversa y, quizá por primera vez, también justa y responsable. Una comunicación donde se podrá pensar diferente, criticar, preguntar; dónde lo único que no podamos hacer sea violentar derechos, personas, leyes, desinformar o mentir. ¿No es una locura lo que pido no? ¿Alguien lo encuentra descabellado?
El día que las personas de los medios asumamos esa responsabilidad, pondremos un necesario límite a los juegos de la política, de los intereses partidarios, económicos, personales, en pos de una sociedad más justa, más responsable, más empática, respetuosa del otre.
El día que hagamos valer la responsabilidad de nuestras palabras, van a cobrar un mayor valor nuestros derechos, nuestra vida, y nuestro futuro.
El día que nos hagamos responsables por lo que decimos, no borraremos todas las injusticias que se cometieron en el pasado, no desaparecerán todas las violencias que se cometen impunemente hace ya tantos años, pero sería un primer paso para que no vuelvan a ocurrir.
Cómo comunicadores, tenemos un rol importante, que viene también con una responsabilidad para con la sociedad. Una responsabilidad a la hora de informar, que si no la cumplimos por motus propio, por algún sentido de ética o respeto por la profesión y la gente que nos escucha, entonces deberán existir mecanismos que lo hagan por nosotros. En el juego de "formar opinión" no puede valer todo, cuando ya hemos visto lo que se pone en juego.
Por eso, necesitamos que nos hagan responsables de nuestras palabras, para que las personas dejen de ser violentadas y revictimizadas al aire, para que las intimidades dejen de ser expuestas sin consentimiento por rating, para que las muertes y las tragedias dejen de ser utilizadas en beneficio propio, y, sobre todo, para que ningún pibe más tenga que perder la vida porque sus padres vieron en la tele que el dióxido de cloro puede salvarte de un virus.