La continuidad de los discos: "La lógica del escorpión"
Cada disco de Charly es un acontecimiento. Escucho el disco como si abriera un libro nuevo. Me dispongo a escribir una reseña que excede las capacidades lingüísticas. Quizá me falta la distancia entre el éxtasis de la novedad y la racionalidad necesaria para interpretar a un genio. Para sacar la emoción del poema es necesario un recorrido que aun no transité.
La lógica del escorpión es el decimocuarto disco de Charly García, 13 canciones, 34 minutos, 34 segundos, dice la plataforma. Como corresponde a toda obra poética se sale de la experiencia en estado de pregunta. ¿Quién es el escorpión? ¿Dónde está la lógica del escorpión? “yo muero, vos también vas a morir” ¿Cuál es la medicina número 9? ¿Cuál es la clave para sobrevivir a este mundo traicionero y digital?
Charly tiene el don de traducir nuestro tiempo, cada disco es una foto del presente desde su mirada sublime. Ve más allá, es profético, visionario, como en la tradición griega, el poeta cumple la función de oráculo, se adelanta a los hechos, nos muestra lo que va a venir.
Hablar de un disco nuevo de Charly requiere el desafío de fragmentar un modo de ver el mundo. La obra de Charly no es un disco, Charly es la obra. El pensamiento del músico está conformado por el tejido infinito de composiciones que reúnen una suma de experiencia, obsesiones y contexto histórico.
Sin embargo siempre hay un concepto que atraviesa, que configura una parte de esa obra mayor. Cada disco podría funcionar como sinécdoque, la parte por el todo.
La lógica del escorpión es una síntesis de distintos momentos del músico, dentro de la retórica de la novedad la huella García se reafirma con temas reversionados y covers traducidos al español.
El corte del disco “Rompela” es “Break it up” de Kill Gil (2010).
“Te recuerdo invierno”, una de las primeras composiciones de Charly para Sui Generis, que nunca llegaron a grabar.
“Juan represión”, también de Sui, grabado en el 1974 para el álbum Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, un tema que nos convoca desde el presente.
“La pelicana y el androide”, es de Luis Alberto Spinetta del año 1984, lo encontró Charly en una grabación pirata y decidió trabajarlo minuciosamente e incluirlo en el disco. En un momento donde la IA fabrica voces artificiales, Charly trae el aura de Spinetta al 2024.
“Watching the wheels”, es de John Lennon, publicado de forma póstuma luego del asesinato. Este tema fue grabado con la autorización oficial de Yoko Ono. Fuentes del entorno del músico cuentan que el disco estaba terminado pero Charly retrasó la salida hasta tener el visto bueno de la familia del Bleatle para grabar la canción traducida al español.
En La lógica del escorpión también se narra la fábula del escorpión y la rana, para esto vuelve con “Veinte trajes verdes”, el tema instrumental que Charly hizo en homenaje a Erik Satie, grabado en el disco Peperina, de Serú Girán, que también fue utilizado en la colección 60 x 60.
Una reminiscencia de la intro del “Rap de las hormigas” en “Medicina n° 9”, blues en el “El club de los 27”, rock puro en “Autofemicidio”.
Hablar de un disco nuevo de Charly requiere el desafío de fragmentar un modo de ver el mundo. La obra de Charly no es un disco, Charly es la obra.
La lógica del escorpión es una oda al humanismo, una crítica al sistema, una llamada de atención desde afuera de la caverna.
Una vez más, Charly nos sacude, nos impregna del shock que solo provocan las vanguardias. Nos sumerge en las olas, desde ese mar que él ya conoce en profundidad. Nos enfrenta con la contradicción. Suma internet a la herida narcisista del capitalismo. Nos avisa. Nos advierte. Pero también habla de la esperanza.
Las marcas de la enunciación son múltiples e inabarcables, las huellas musicales y poéticas podrían ser el corpus para un libro aparte.
Es viernes a la mañana y volví a escuchar el disco cerca de diez veces, intercalando con todas las digresiones musicales y caminos posibles a donde te lleva. En la repetición no hay acostumbramiento, hay paroxismo.
Estoy por tomar un avión y estaré unas cuantas horas, lo usaré como excusa para alejarme de la conmoción estética y escribir algo más racional, más serio, menos afectivo.